Diversos síntomas digestivos traducen una intolerancia alimentaria: trastornos del tránsito, estreñimiento, diarreas crónicas, dolor de estómago, hinchazón, colopatía, recto-colitis hemorrágica, enfermedad de Crohn, enfermedades inflamatorias crónicas del intestino. Al igual que los pre y probióticos son micronutrientes esenciales para un intestino sano, también cabe destacar la acción de la glutamina.
La glutamina nutre las células intestinales y permite su renovación. Es un factor clave para garantizar la integridad de la pared intestinal: permitir la entrada de los nutrientes adecuados, proteger de los agentes patógenos y participar en el equilibrio del sistema inmune. La Glutamina estimula la función de las células de la pared intestinal, concretamente, la absorción de agua y de sodio, tanto en estado normal como cuando se producen diarreas derivadas de intolerancias alimentarias.
La glutamina es un aminoácido naturalmente contenido en nuestros alimentos ricos en proteínas: carne, pescado, productos lácteos, cereales y legumbres. En general, nuestra alimentación no vegetariana proporciona un aporte de 5 a 10g/día.
En momentos de estrés, y en el caso de entrenamientos deportivos intensos, el cuerpo tiende a consumir más glutamina y agotar sus reservas. De la misma manera, cuando se da una intolerancia alimentaria, es necesario aportar grandes cantidades de glutamina.
- Tratamiento de ataque: 1 dosificador entero por la mañana o ½ dosificador por la mañana y por la noche, de 1 a 6 meses.
- Tratamiento de fondo: ½ dosificador por la mañana.
Dilución : ½ dosificador en 100 ml de agua